A comienzos del año 2000, la Filial Córdoba de Abuelas de Plaza de Mayo recibió a un joven que se presentó espontáneamente con dudas sobre su identidad, sabía que era hijo de desaparecidos debido a que su apropiador se lo había confesado antes de morir, también le mencionó que lo había ido a buscar a Campo de Mayo. Gustavo había sido inscripto en Paraguay como hijo propio por el matrimonio compuesto por Gerardo Weil y Estela Cristina Flores Pujol. Abuelas lo contactó con la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad, organismo que ordenó la realización de los análisis inmunogenéticos en el Banco Nacional de Datos Genéticos. El 24 de noviembre de 2003 los resultados confirmaron que era hijo de Olga y Oscar. El 4 de diciembre de ese año la justicia le restituyó su verdadera identidad. Sus padres permanecen desaparecidos.
Gustavo Godoy Ferreyra
- ADN: 24 de noviembre, 2003
- Restitución: 4 de diciembre, 2003
Gustavo Godoy Ferreyra nació en marzo de 1978 durante el cautiverio de su madre, Olga Mabel Ferreyra. Ella y su esposo, Oscar Donato Godoy, fueron secuestrados el 28 de febrero de 1978 en su domicilio de la localidad de General Pacheco, partido de Tigre. Olga estaba embarazada a término de su quinto hijo, la fecha probable de parto era marzo de 1978. La pareja permaneció detenida en Campo de Mayo.
La familia de Gustavo Godoy Ferreyra
197828 de febrero
Desaparición de la madre
20034 de diciembre
Restitución
76Número de caso resuelto
“Vivir con la verdad es sentirse libre, saber de dónde viene uno es algo hermoso”
Vivir con la verdad
Olga nació en San Fernando, provincia de Buenos Aires, el 27 de diciembre de 1952. Oscar nació el 5 de diciembre de 1948 en Rincón de Itaembé, provincia de Misiones. Sus amigos lo llamaban "Boby". Tuvieron cuatro hijos, Julio César que nació en 1970, Cristián David en 1972, Gustavo Daniel en 1973 y Javier Elías en 1975. Oscar fue delegado sindical en la fábrica donde trabajaba.
“A mí la que me empieza a ‘pellizcar’ y a decir ‘acá pasa algo’ fue la hermana de mi apropiadora. Ella me empieza a trasladar las dudas. Y fue curioso cuando me di cuenta toda la gente que sabía, ‘cómo se callan esta historia tanto tiempo’, pensé”.
“Vivir con la verdad es algo hermoso, es sentirse libre, saber de dónde viene uno es hermoso –sostiene Gustavo–. Uno va decidiendo cuándo y cómo avanzar y las Abuelas respetan ese proceso. Uno va poniendo las piezas del rompecabezas donde corresponde después de mucho tiempo de vivir sin eso”.
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